domingo, 6 de abril de 2014

La vida de Peeta antes de los Juegos: Capítulo 8

Después de bastante tiempo sin publicar ningún capítulo de ''La vida de Peeta antes de los Juegos'' hoy por fin hemos publicado otro. Hace tiempo que decidí dar este fanfic por acabado, y no seguir publicándolo, pero he decidido darle otra oportunidad y publicar un capítulo más. No sé si después de este habrá otros, pero por ahora publico este. Espero que os guste :)



El sol se alza ante mis ojos iluminando un precioso paisaje que nunca me había atrevido a admirar desde tan cerca. El viento me da de lleno en la cara, agitando el pelo que me cae sobre la frente, haciéndome estremecer. La hierba me hace cosquillas en las piernas, al ser movida por el viento.
Y aquí estoy yo, Peeta Mellark, el día de la cosecha, el primer año que tengo asistir asumiendo la posibilidad de salir elegido como tributo, y sin embargo, a pesar del miedo, he decidido atravesar la alambrada del distrito doce, que casi nunca electrifican, para adentrarme en el lugar en el que tantas veces he visto a Katniss entrar, del miedo de salir elegido para ir a los juegos o todo lo que conlleva estar aquí, estoy demasiado tranquilo, observando el hermoso amanecer.
Llevo aquí bastante tiempo, ya que no he podido dormir, pero pronto irán a buscarnos los agentes de la paz para ir a la cosecha, así que debo regresar.
Me levanto con dificultad y me estiro un poco antes de irme. Al llegar al hueco de la alambrada me tumbo en el suelo y me arrastro con torpeza por debajo.
Al parecer nadie me ha visto, así que camino tranquilamente hacia casa. La gente mira por las ventadas, asomados por pequeños huecos entre las cortinas para evitar ser vistas, aunque sin mucho éxito. A estas horas no hay nadie fuera de casas, los niños deben estar preparándose para el acontecimiento que hoy tiene lugar, no paseando poco después del amanecer por las calles llenas de carbón del Distrito 12.
Cuando llego a casa veo que la luz de la cocina está encendida. Mi madre debe estar levantada, será mejor entrar por la puerta de atrás. Giro el pomo lentamente para evitar hacer ruido, abro la puerta, rezando en silencio porque no chirríe. La cierro detrás de mí, todo está en orden. Estaba en lo cierto, mi madre está despierta, entretenida preparando  una tarta, así que me vuelvo sigilosamente y subo las escaleras, al llegar arriba me apoyo en la pared resoplando, podrían haberme visto. Me arreglo un poco la ropa arrugada, espero que mi madre no sospeche, intento parecer cansado,  empiezo a bajar las escaleras.
Mi madre parece notar mi presencia, se gira y frunce el ceño.
-¿Qué estás haciendo Peeta? Sube y vístete, pronto será la hora-dice en su tono enfadado de siempre.
No sé cómo puede estar de tan mal humor, no muestra ni un poco de compasión sabiendo que hoy podría irme a una lucha que no podré ganar, a una matanza de la que no quiero formar parte. Asiento y me retiro a mi habitación, es lo mejor que puedo hacer si no quiero tener la mejilla roja durante unas horas.


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