Empiezo a pasar
de un árbol a otro, sin preocuparme del ruido que pueda causar, ya que lo más
importante es salir con vida. Miro hacia abajo y veo como Cato corta todas las
ramas que se interponen en su camino, mira cada segundo hacia mi posición, me
sigue, se equivoca de dirección, rectifica. Parece que no quiere dejarme
marchar. Pero eso no me ha parar, ya que seguramente subiría hacia mí en un
abrir y cerrar de ojos. Cada vez que bajo la mirada está más cerca, no puedo
parar. Me estoy adentrando cada vez más en el bosque, cada vez me cuesta más
trabajo seguir avanzando, me voy cortando las palmas de las manos. Mi sangre va
cayendo mientras con ellas mancho el tronco del árbol. Sin darme cuenta me
encuentro en el linde del bosque, en el claro donde se encuentra la cornucopia.
Me encuentro en el lado opuesto de donde anteriormente había estado la montaña
de comida, la cornucopia esta cerca de mí, pero está muy alejada de los
árboles, pero me da igual, salto hacia ella como si en un vano intento quisiera
alcanzarla. Cuando caigo al suelo, empiezo a rodar, pero me incorporo
rápidamente. Cato está muy cerca de mí, por lo que me dirijo en línea recta
hacia el bosque que se haya frente a mí, una parte que no había explorado y en
la que tendré que aprender a sobrevivir durante un tiempo. Cato empieza a
llamar a Clove a gritos. Creo recordar que Clove es la chica de los cuchillos y
su compañera de distrito. Sigue llamándola pero no aparece por ninguna parte,
así que decide centrarse en mí. Estoy fatigada de tanto correr y pasar de un árbol
a otro. Mientras yo voy reduciendo la velocidad de mis pasos, él parece haberse
recuperado y aumenta la suya. La distancia entre el boque y yo parece
interminable, cada vez parece haber más y cansancio aumenta por segundos. Me
centro en correr y no volver la vista atrás, pensando que pronto estaré rodeada
de árboles y será mi oportunidad de esquinazo. Me introduzco dentro del boque y
me dirijo, como siempre, hacia el corazón del bosque. En esta parte del bosque
hay muchas ramas bajas, así que tengo que correr la mayor parte del tiempo inclinada
hacia delante. Empiezo a mirar de reojo
por si encuentro algo que pueda servirme, veo una rama un poco gruesa.
Me dirijo hacia ella, me arrodillo para cogerla, pero Cato me intenta agarrar
de la chaqueta, pero consigo escabullirme, agarrar la rama y correr hacia
delante. Cuando empieza a seguirme de nuevo, me paro y doy media vuelta. Como lo
he hecho de forma muy rápida, no le da tiempo a pararse, por lo que cuando con
ambas manos me llevo la rama hacia atrás y le doy con ella con la cabeza, cae
en el suelo y se queda inconsciente. Suelto la rama en el suelo, y empiezo a
caminar hacia la derecha, para dirigirme a la parte del bosque que sé demasiado
bien. Mientras camino, Clove empieza a llamar a Cato, pero como ve que no le
responde, decide ir a buscarlo. Se dirige hacia donde antes había estado la
montaña. Me vuelvo hacia atrás para coger la rama, ya que si me la encuentro
puede volver a servirme. Empiezo a aligerar el paso, ya que el sol se está
poniendo. Antes de lo previsto llego a mi destino, y por suerte, no me he
cruzado con ella. Llevo tiempo sin comer, por lo que dispongo a buscar comida.
Empieza a mirar por los arbustos y árboles, pero no encuentro nada. Es muy
extraño, ya que antes todo estaba recubierto de bayas comestibles. Al cabo de
una hora, más o menos, encuentro un arbusto con pequeñas bayas moradas, así que
me dirijo a él corriendo. Cuando llego, me doy cuenta de que son bayas
venenosas llamadas Jaulas de Noche. Cada vez tengo más hambre y sed y no puedo
encontrar nada que pueda servirme. Cuando todo está ya demasiado oscuro para
ver, me tumbo al pie de un árbol, me llevo las rodillas al pecho y me quedo así
durante toda la noche. El hambre me asecha y no consigo dormirme. Con cada
minuto que pasa y no tengo comida, mis ilusiones de sobrevivir y salir de este
sitio disminuyen. Cuando el sueño empieza a apoderarse de mí, una voz resuena por
toda la arena. Claudius Templesmith es quien habla, y nos invita a todos a un
banquete. Aunque suena tentador, no sé si ir ya que sería como otro baño de
sangre en el que acabaría muerta, pero a continuación dice:
-Una cosa más:
puede que algunos estéis ya rechazando mi invitación, pero no se trata de un
banquete normal. Cada uno de vosotros necesita algo desesperadamente.-Claro que
necesito algo, necesito comida- En la cornucopia, al alba, encontraréis lo que
necesitáis en una mochila marcada con el número de vuestro distrito. Pensadlo
bien antes de destacarlo. Para algunos, será vuestra última oportunidad.
La idea es
demasiado tentadora para dejarla marchar, por lo que me dispongo a dormir un
poco, para que después pueda coger mi mochila y sobrevivir unos días más. Quien
sabe, quizá esta será mi oportunidad.