El sol empieza ha alzarse sobre
mi cabeza. Durante el camino de vuelta, no puedo dejar de pensar en
Peeta. Una parte de mi quiere correr en su ayuda, protegerlo de los
profesionales, pero por otra parte, quiero concentrarme en seguir mi
objetivo, lograrlo, por lo que si ayudo a Peeta, puedo correr mucho
peligro, y perder la vida en el intento. Ambas opciones son
persuasivas, pero hay diferencias: la primera opción es más
peligrosa, por el simple hecho de estar más expuesta a mis enemigos,
la segunda opción también puede resultar cara, si tenemos en
cuenta que han estado a punto de matarme una vez y no se sabe cuantas
más de aquí en adelante. La cabeza me da vueltas. Estoy algo
mareada por la perdida de sangre, además he de destacar que no he
comido nada desde bien entrada la noche, y esta paranoia que yo sola
estoy formando dentro de mi cabeza no me ayuda mucho, que digamos.
Despejo mi mente, concentrándome en lo básico, llegar viva a la
cornucopia, y si es posible, acercarme al lago y lavarme un poco el
pelo, que lo tengo un poco tieso. Salteando rocas y pequeñas ramas,
como de costumbre, consigo llegar hasta mi destino. La rabia me
consume. El chico del tres que han casi mato pero que deje con vida
por piedad esta vivo, entre los profesionales. Sin precaución
ninguna, empiezo ha avanzar entre el follaje de los pocos árboles
que se hallan ante mí. Con paso decidido, subo a unos de los árboles
que están al linde del bosque. Olvidando por completo que tengo
pocas posibilidades de escapar con vida si me atrapan. Alzo ambos
brazos, sujetándome a la rama más alta que consigo alcanzar. Hago
esfuerzo en ambas manos, levantándome del suelo, apoyo una rodilla
en la rama de la mano derecha y termino de subir. Me acuclillo en
rama, que por ahora no da indicios sobre que no soporte mi peso.
Desde mi posición consigo verlo todo, cada milímetro de la
cornucopia y sus alrededores. A mi derecha se haya la gran montaña
de comida, en la cual se ve que hay menos comida. Delante de mí,a
lo lejos, se halla la cornucopia, dorada, reluciendo bajo los débiles
rayos de sol. Y por último, a mi izquierda se halla el lago, donde
los tres últimos profesionales se reúnen entorno al chico del tres,
al que debería haber matado tiempo atrás. Todos ellos hacen lo
posible para salvarle la vida a su amigo, mientras yo estoy aquí
sentada, deseándole lo peor, que por culpa de mi debilidad no
conseguí matarle cuando podía. La sangre de su cabeza empieza ha
crear un pequeño charco de sangre a su alrededor, lo que indica que
no hace mucho que han llegado aquí de haberlo encontrado moribundo
en el bosque. Para de sangrar antes de lo que me esperaba, por lo que
el chico del uno lo retira, y se dispone a llevarlo hacia un pequeño
campamento que han montado cerca de la montaña, casi en el centro
del claro. Lo deja allí donde los dos restantes se reúnen con él.
Empiezan ha susurran, por lo que no puedo enterarme de lo que hablan,
pero supongo que es sobre que van ha hacer ahora que su aliado esta
inconsciente en el suelo. También estarán hablando sobre quién se
quedara con él, ya que la expresión del dos muestra que esta muy
alterado, y empieza ha alejarse de allí. Al final se queda Clove, la
chica del dos, ya que su compañero de distrito parece ser el líder
de aquella alianza, por lo que no iba a quedarse con él, mientras
en el bosque hay tributos a los que matar, como Peeta. No se lo que
paso ni como actuó, pero para que lo echen de su alianza y casi lo
maten, grave debía de ser. Los dos chicos se marchan, y dejan a
Clove sola, que más tarde, cuando se había asegurado de que estaban
lo suficientemente lejos como para no oírla, empieza ha maldecir a
sus compañeros a voz en grito, sin importarle si le atacan o no.
Llevo varios días sin mirar al cielo por la noche para saber los
tributos caídos en esa noche, contar los que quedamos, por los que
supongo que quedaremos unos diez, más o menos. Poco después de
acabar su berrinche contra todo, el del tres se despierte. Mis
piernas se empiezan a dormir por lo que decido sentarme en la rama,
con las piernas hacia abajo. Algo entumecido, el chico se incorpora,
y empieza ha llamar a su amiga. No sé si se ha despertado por los
gritos de Clove o por qué, pero creo que ella tiene que darle una
explicación sobre lo que ha pasado. Con mala gana, ella se acerca a
su posición y empieza ha relatarle todo lo sucedido. Cuando termina,
le pregunta quién le hizo esa herida. Rápidamente agacha la cabeza,
negándose a contestar la pregunta. <<Tiene demasiado orgullo
como para decir que he sido yo>>. Sin decir una palabra, ella
se aleja, con sus cuchillos en la mano, y se coloca cerca del algo,
lejos de él. Timando la misma iniciativa, hace lo mismo, aunque
primero se empieza ha rebuscar entre las pocas armas restantes. Coge
un lanza, no muy larga, y se dirige hacia la cornucopia. Sobre la
zona en la que en este mismo instante están situados, es en la que
permanecen durante horas y horas, mientras poco a poco, voy
desesperándome cada vez más. Cerca de las doce del mediodía, los
dos chicos aparecen allí. El compañero de Clove se encuentra algo
enfadado, por lo que es imposible intentar hablar con él sin que
empiece ha culparte de todo, gritándote como si fuera el fin del
mundo. Cansados de tanta discusión, se dirigen hacia sus
provisiones. Donde con anterioridad había pequeñas piedras en el
suelo, empiezan ha cavar. Cuando tienen la mitad de ellos hecho, el
chico del tres y el del dos se dirigen hacia la cornucopia, y con
sumo cuidado, cogen cada uno una mina y la lleva hacia donde están
los hoyos. Primorosamente colocan las minas dentro, el chico del tres
se acerca, toca algo de la mina, empiezan ha echan arena al hoyo
hasta taparlo y hacen una pequeña equis en los lugares en los que no
hay minas. Este procedimiento lo hacen hasta que no queda ninguna
mina. Ahora robar comida no será tan fácil, por lo que me concentro
en los lugares marcados, intentando acordarme de algún camino lo
suficientemente apartado como para que en un momento de distracción
pueda recorrer el camino, ida y vuelta, sin saltar por los aires y
conseguir comida. Los profesionales empiezan ha practicar, uno a uno,
para poder hacer un camino fácil. Por un instante, se me ocurre ver
un camino fácil y un poco apartado. Con cuidado, bajo del árbol.
Las piernas las tengo un poco dormidas, lo que hace que vaya un
poquito lento hacia el principio del camino. Me adentro un poco en el
bosque. Aunque estoy haciendo algo de ruido, los profesionales están
tan enfrascados en su trabajo que parecen haber desconectado del
mundo que los rodea. Una vez que estoy detrás del camino escogido,
me dirijo hacia él. Me paro al borde de la espesura, comprobando que
el trayecto hacia las provisiones es correcto. Una sonrisa ilumina mi
cara. Es demasiado correcto como para ser verdad.
Espero que les halla gustado.
Besos.
La próxima semana el siguiente :)
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