El sueño empieza ha abatirme por
lo que en algunos instantes mi mente empieza ha alejarse de mí,
soñando con lugares más apreciados que en el que me encuentro en
estos momentos. Con preciosos atardeceres vistos desde casa, desde el
distrito cinco; o praderas llenas de vida, nada en comparación con
lo de casa. Añoro mi distrito, aunque no es lo mejor del Panem, a mi
me encantaría estar allí en estos momentos, por lo que me
despierto, con el deseo de estar en mi dura cama (levantándome
temprano para ir al colegio o a la central eléctrica, como hacemos
muchas veces), la cruda realidad me devuelve un poco de tristeza. No
estoy en casa, sino en la arena, escondida detrás de un árbol,
aguardando a que los tributos que en estos momentos están en la
cornucopia, empiecen ha hacer algo productivo antes de que me muera
de aburrimiento. Me pongo en pie, con muchísimo cuidado, ya que
tengo las piernas algo entumecidas. La noche se ha echado encima
antes de lo esperado por lo que no veo prácticamente nada. Una vez
que mis ojos se han acostumbrado a la oscuridad, empiezo a
diferenciar las siluetas de los árboles y arbustos que tengo delante
de mí, pero nada más. Estiro los brazos, abriendo las palmas de las
manos, y empiezo a caminar un poco hacia delante, para intentar ver
lo que han avanzado mientras yo estaba dormida. <<Por favor,
que no hayan colocado las minas alrededor de la comida, por favor>>
susurro, esperando, deseando que sea verdad, ya que si no fuese así
me daría algo. Habría perdido mucho tiempo, para nada. Casi
tropiezo con una piedra, por lo que me paro en seco. Dirijo la mirada
hacia derecha e izquierda, pero no hay monos en la costa. Estoy casi
donde termina toda la arboleda, pero ya que es de noche, muy de
noche, espero que no me vean. Con cuidado, doy un par de pasos
avanzando hacia el claro que señala el lugar de lo profesionales. La
oscura me envuelve por lo que dudo que me vean,, a excepción de mi
brillante cabello rojizo que quizá sea algo delatador. A lo lejos,
veo que hay una pequeña montaña, junto a donde duermen cuatro o
cinco tributos mientras dos hacen guardia. Poco a poco voy avanzando
pegada a la última fila de árboles, dando al gran claro, para poder
coger algo de comer, como una manzana o algún tipo de fruta. Cuando
ya estoy colocada detrás de la montaña, sin que los dos tributos
que están de guardia puedan verme si me esmero lo suficiente. Me
arrodillo, y empiezo ha avanzar a ganas, haciendo que mi silueta en
la oscuridad se note menos que de pie. Voy clavándome las pequeñas
piedrecitas en las manos y piernas, pero intento esquivar algunas que
veo, pero hay pequeñas que no consigo ver en la oscuridad, por lo
que me hago pequeñas heridas en las palmas de las manos. Ya he
llegado lo más cerca que consigo acercarme a la montaña, ya que vi
como colocaban la primera línea de minas. Decido arriesgarme a poner
en pie y pisar en lugar cualquiera, ya que no se por donde la
colocaron por esta parte. Piso fuerte contra el suelo, esperando que
no haya ninguna mina allí. Para mi suerte no hay ninguna, pero no
quiero volver a arriesgarme, hay que por los alrededores de mi pie
tiene que haber el resto de minas. Adelanto la otra pierna,
poniéndola pegada a la otra. Observo primorosamente la comida que
tengo ante mis ojos, decidiendo algo que coger y que no haga que se
desmorone. Veo que hay una manzana un tanto alta de mi. La bolsa en
la que está tiene un pequeño agujero por el que asoma, así que me
pongo todo lo que puedo de puntillas, y estiro el brazo lo más alto
que puedo. Aunque no tengo una baja estatura, no soy lo
suficientemente alta para alcanzarla; por lo que doy un paso hacia
atrás, y dejo una pequeña señal donde antes estaba, me arrodillo y
vuelvo por donde había llegado. Por el camino, mios manos empiezan a
sangrar debido a las pequeñas heridas que me hice antes, y que ahora
sigo dañándome por culpa de las estúpidas piedras. En mi camino
hacia el borde de la arboleda, encuentro una piedra que me sirve para
lanzar contra la manzana y poder cogerla. La guardo contra mi puño,
y vuelvo otra vez contra mis “pasos”, mis pasos a gatas, mejor
dicho. Llego hacia el límite de las minas, y entre la poca oscuridad
que hay, debido a que el sol se está alzando, busco la pequeña
marca que deje con anterioridad. Me pongo en pie, y una vez atisbada
la manzana, lanzo la piedra con mi mano derecha, apuntando hacia mi
objetivo. La piedra le da, la deja de caer. Rápidamente, doy medio
paso hacia delante y me coloco debajo de ella. Alzo las manos y la
atrapo algo torpemente. Empiezo ha dar pasos hacia detrás, con la
manzana cogida entre mis manos, pegadas al pecho. Me interno en el
bosque, y empiezo a correr hacia mi lugar principal. El sol se está
alzando, y los profesionales están empezando a despertarse. Temo que
me hayan descubierto y vengan ha buscarme. Empiezo ha hacerme
pequeños cortes en la cara debido a las pequeñas ramas que dan
contra mi cara. Me encorvo sobre mi misma, disminuyendo un poco la
velocidad. Me paro junto al lago, me lavo y refresco la cara, bebo un
poco de agua y lavo la manzana. Prosigo mi camino, mientras me la
como lentamente. Cuando llego a mi pequeño escondite, me arrodillo,
con el sol dándome en la cara, viendo como los pocos profesionales
que hay se van despertando. Me termino la manzana y guardo el hueso
entre unos matorrales. Algo ha pasado ya que vario de los
profesionales empiezan a correr, internándose en el bosque y dejando
al chico de las minas y a otro más al cargo de todo aquello. Me
pongo en pie y empiezo a internarme yo también ya que creo que se
han dado cuenta de mi presencia, ya que el del distrito tres empieza
a correr directamente en mi dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario